dilluns, 17 de febrer del 2014

Ministerio de Contracultura


 Paseaba yo por internet el otro día cuando me encontré con esta imagen. Tal y como habíamos visto en clase, la palabra cultura es un término que puede utilizarse con muy distintos significados, así que me pregunté ¿qué significado se le atribuye cuando se habla de un Ministerio de Cultura?  ¿Cuáles son las funciones que le corresponden a este Ministerio de Cultura?  En su web encontré lo siguiente:

" En materia de cultura, le corresponde:
  • la promoción y difusión de:

- El patrimonio histórico español
- Las artes pláticas y audiovisuales
- Los museos, archivos y bibliotecas estatales las artes escénicas, la música, la danza y el circo
- Las actividades cinematográficas y audiovisuales de producción, distribución y exhibición.
- Las industrias culturales
- El fomento y protección de la tauromaquia

  • la promoción y difusión de la cultura en español
  • la defensa y la protección de la propiedad intelectual
  • El fomento del libro y la lectura y el estímulo a la creación literaria
  • La elaboración y gestión del plan de infraestructuras culturales del Estado
  • la orientación y el impulso de las relaciones internacionales en materia de cultura."
 Vemos que, en primer lugar, el Ministerio de Cultura en sí mismo, encarna la idea de cultura como un sector de actividad, en tanto en cuanto esta institución se encarga, junto con otras muchas, de una parte importante de la gestión cultural. 
 También a partir de las funciones que se le atribuyen, se deduce que el término cultura se emplea igualmente desde la concepción sociológica, como un área de la práctica humana, ya que se habla de actividades culturales y  artísticas como por ejemplo la lectura, la danza, el circo, las artes escénicas…etc.
 Por otro lado,  también se puede entresacar de sus funciones, la utilización del término cultura desde la concepción antropológica,  en tanto en cuanto se habla de la existencia de una cultura española, de un modo de vida propio y característico de esta sociedad, que es público y colectivo, aprendido y compartido, aunque en distintos grados, por todos sus miembros.
 Inevitablemente, encontramos también el uso de la palabra cultura desde la concepción humanista, que hace referencia a la posesión o no de unos determinados conocimientos, selectivos y restrictivos, lo cual crea una estratificación entre personas de alta cultura, cultura media y baja cultura. En el desempeño de sus funciones, el Ministerio de Cultura establece qué es cultura y qué no lo es, al prestar atención a determinadas manifestaciones artísticas y culturales y no a otras, y de esta manera contribuye a que la cultura sea normativa y canónica.
 ¿Qué nos lleva entonces a hablar de un Ministerio de Incultura? Y frente a esta pregunta se me ocurren varias razones. 
 En primer lugar es bien sabido que existe una cultura hegemónica y dominante, que es la que se nos transmite a través de los medios de comunicación, la escuela…etc., y cuyos valores, en muchas ocasiones dejan bastante que desear. El Ministerio de Incultura es tal, en la medida en que difunde esa cultura dominante dejando de lado otras manifestaciones culturales minoritarias. Contribuye a definir los elementos que conforman esa cultura hegemónica al decidir a qué proyectos y manifestaciones presta atención, a cuáles dota de recursos, cuáles tendrán a su disposición los medios de comunicación…etc.  
 El Ministerio de Incultura es tal, en la medida en que establece que algunos elementos de la cultura estarán destinados a las clases altas, favoreciendo que la cultura se convierta en un negocio y aceptando y promoviendo la existencia de una desigualdad de base en cuanto a las oportunidades de acceso a la cultura.  El Ministerio de Incultura es tal, en la medida en que sigue protegiendo prácticas culturales no éticas, amparándose para ello en la tradición, me refiero especialmente a aquellas prácticas en las cuales se emplea el sufrimiento de animales como elemento de diversión para las personas, por ejemplo la tauromaquia, que además de ser indefendible y vergonzosa, se ha convertido en arma política.



 El Ministerio de Incultura, dejaría de ser tal, en la medida en que, por ejemplo, favoreciera la existencia de una cultura democrática y facilitara el acceso de todas las ciudadanas y ciudadanos en igualdad de condiciones a la mayor  variedad de códigos culturales posibles, ya que esto nos enriquece y nos hace crecer como personas.
 Sin embargo, no parece que a corto plazo el Ministerio de Incultura vaya a llevar a cabo este cambio de perspectiva, de manera que mientras tanto, parece necesario que seamos nosotros y nosotras mismas quienes vayamos contribuyendo a crear cultura y facilitando el acceso a la misma en igualdad de condiciones. No hemos de olvidar que, a la vez que la cultura nos modifica a nosotros, también nosotras con nuestras acciones podemos contribuir a crear cultura, a pequeña escala, a nivel micro, en nuestro entorno más próximo quizá, pero podemos ir favoreciendo la aparición de otras prácticas e ir promoviendo valores liberadores, distintos a los alienantes de la cultura heteronormativa. Tal y como explica Ander- Egg podemos hablar de una cultura constructiva, en el sentido de que vamos creándola y podemos ir modificándola.
Os invito pues a crear vuestro propio  “Ministerio de Contracultura”.


Aire (Marina Guillén)

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